viernes, 1 de marzo de 2013

COMO MEJORAR EL USO DE LA TECNOLOGÍA EN LOS ESTUDIANTES


COMO MEJORAR EL USO DE LA TECNOLOGÍA EN LOS ESTUDIANTES
En libro titulado “El ordenador invisible” sostenía la necesidad de dejar de centrar nuestra mirada en las máquinas para plantearnos el tipo de educación más adecuada y conseguir que haya una verdadera apropiación de la tecnología, que los ordenadores se conviertan en herramientas tan cotidianas como los lápices, los bolígrafos y los libros que ocupan espacio en nuestras aulas. En el libro, se recogían algunos estudios en los que se demostraba la poca integración real de las tecnologías en la escuela. La escritura  del libro finalizo en 1998, o sea que han pasado seis años desde  su elaboración. Durante este tiempo, los avances tecnológicos han seguido siendo muy importantes y la incorporación y acceso a  la red se ha extendido de forma notable. Sin embargo, son pocos los matices que se pueden agregar al diagnostico realizado en aquel momento.
 
En el empeño de la necesidad de llegar a una invisibilidad de la tecnología, en el empeño de comprender las dificultades constantes de llegar a alcanzar esta apropiación y en la urgencia  de no dejar que el sistema educativo se distancia cada vez más de las necesidades formativas y educativas de los niños y adolescentes actuales continuamos trabajando. Este empeño que  compartimos casi todos los que desde hace años nos dedicamos a estos temas debería difundirse y extenderse. En este trabajo tan sólo pretendo retomar algunos temas de reflexión y análisis que permitan pensar no sólo en cómo mejorar la educación y el uso de las tecnologías sino también como avanzar en la difusión de las experiencias y prácticas exitosas que puedan canalizar e impulsar nuevos esfuerzos.

El pensamiento simple de las reformas educativas
A lo largo del siglo XX, la psicología educativa y la pedagogía han estado muy centradas en las investigaciones sobre el aprendizaje y los modelos de enseñanza más acordes para conseguir el aprendizaje en situaciones educativas formales. Ha sido un siglo fructífero en estudios y perspectivas diversas. No obstante, los modelos teóricos de fondo sobre los cuales se han desarrollado las investigaciones no han cambiado demasiado a lo largo del tiempo. De hecho, los grandes paradigmas sobre el aprendizaje se han mantenido a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y las discusiones y posturas contrapuestas han ido apareciendo en torno a los defensores y detractores de estos diferentes enfoques (conductistas versus cognitivos, cognitivos versus constructivistas, conductistas versus constructivistas, etc).
Uno de los aspectos más interesantes del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en la educación ha sido poner en evidencia y en discusión buena parte de estas teorías a partir del diseño de materiales basados en tecnología. El campo de la tecnología educativa ha re-abierto muchos debates sobre las formas más apropiadas de enseñanza y sobre cómo los  medios son un soporte para el aprendizaje. Las TICs han contribuido a desarrollar nuevas metodologías de trabajo y también han servido para recuperar viejas propuestas que en su momento no encontraron los medios o el contexto social propicio en el que desarrollarse. Sin embargo, no siempre el uso de la tecnología conduce a la innovación y la reflexión sobre el aprendizaje. De hecho, uno de los peligros habituales tal y como señala Salomon es que “lo que es tecnológicamente posible llega a implementarse y se convierte en deseable” (2000). Los avances de la tecnología se incorporan en la educación sin que haya una reflexión y un estudio sobre las repercusiones educativas de los medios. En educación, como señala Salomón, no todo lo posible es deseable y hay que dejar que la tecnología nos muestre qué puede ser realizado para que los educadores determinemos qué debe aplicarse, cómo debe utilizarse y de qué forma resulta más ventajosa para el desarrollo y el aprendizaje de la persona



Los profesores de la generación digital
Papert (1996) para ejemplificar la lentitud de los cambios en las instituciones educativos establece la siguiente comparación. Imaginemos que hace un siglo hubiésemos congelado a un cirujano y a un maestro y ahora les volviéramos de nuevo a la vida. El cirujano entraría en la sala de operaciones y no reconocería ni el lugar ni los objetos y se sentiría totalmente incapacitado para actuar. ¿Qué pasaría con el maestro?. Seguramente reconocería el espacio como una clase y todavía encontraría una tiza y una pizarra con la cual empezar a enseñar.
El principal problema de los profesores de la generación digital es que la sociedad actual ha cambiado de forma muy rápida y el profesorado se encuentra con una situación complicada: se han producido muy pocos cambios en cuanto a la estructura y la gestión de la escuela mientras que la sociedad ha cambiado de forma rápida, los niños actuales necesitan otro tipo de formación.
Los profesores se han formado con una cultura y una visión del significado de su profesión que ha cambiado.  El problema es que a la tarea de enseñar y a los cambios, los profesores generalmente se enfrentan en solitario. El profesor dentro de la institución escolar puede ser innovador o no según quiera o pueda. Los profesores pueden ver de forma directa cómo  la escuela tiene que cambiar, cómo necesitan mayor formación para afrontar los cambios pero, sin embargo, tienen poca capacidad de introducir modificaciones a la vez que la formación depende totalmente de su voluntad.
Como señala C. Marcelo (2002), el aislamiento de los profesores está favorecido evidentemente por la arquitectura escolar, que organiza las escuelas en módulos estándar, así como por la distribución del tiempo y el espacio, y la existencia de normas de independencia y privacidad entre los profesores. El aislamiento, como norma y cultura profesional tiene ciertas ventajas y algunos  evidentes inconvenientes para los profesores ya que aunque facilita la creatividad individual y libera a los profesores de algunas de las dificultades asociadas con el trabajo compartido, también les priva de la estimulación del trabajo por los compañeros, y se deja de recibir el apoyo necesario para progresar a lo largo de la carrera.



Educarse en la red para formar parte de la red
Los últimos estudios sobre el uso de la red en la escuela ofrecen datos poco esperanzadores respecto a la apropiación de la tecnología. Los estudiantes se alfabetizan digitalmente en casa de forma mucho más masiva e importante que en la escuela. Y, lo que es más grave, esta formación no es integrada ni utilizada por  la escuela. La escuela integra, en el mejor de los casos, la tecnología para hacer lo mismo que hacía: buscar información, realizar ejercicios repetitivos, etc.
Sólo puede educarse en la red para formar parte de la red, sólo puede integrarse la tecnología si cambiamos las metodologías de aprendizaje y, por supuesto, se revisan muchos de los contenidos del currículo.
De entre los aspectos más problemáticos y que requieren atacar con mayor urgencia destacamos los siguientes aspectos:
1.       Los ordenadores en las aulas, no más aulas de ordenadores. Cuándo ponemos en un aula un mismo tipo de objetos, el único sentido que le podemos dar es que cuándo estamos en esa aula vamos a trabajar sobre esos objetos. Un aula de ordenadores sólo se precisa cuando el objeto de estudio es la propia tecnología. Por lo demás, desplazar un grupo de estudiantes a un espacio en el que hay máquinas convierte el uso de la tecnología en algo “extraordinario”, en algo “visible”. ¿Alguien puede imaginar qué cada vez que un estudiante quiera escribir tenga que desplazarse a un espacio especial para la escritura?.

Los ordenadores deben estar en las aulas y formar parte de los objetos cotidianos de la escuela. La conexión sin cables, el abaratamiento de los ordenadores portátiles puede ayudar a esta integración.

Los ordenadores deben entrar en las aulas pero no para formar parte del mobiliario de la mesa del profesor que, gracias a la tecnología, pueda mostrar información de forma más eficaz a los alumnos, los ordenadores deben entrar en las aulas para apoyar las actividades de los estudiantes.

2.       El valor añadido de las actividades: un cambio metodológico Se puede utilizar la tecnología para hacer las mismas actividades que siempre, es algo que se evidencia en los estudios referenciados. Sin embargo, consideramos que el objetivo no es usar la tecnología sino adaptar la educación a las necesidades actuales y, por tanto, se precisa un cambio metodológico.

3.       Los cambios solitarios, cansan. La mayoría de las iniciativas innovadoras han sido realizadas de forma muy solitaria por profesores y profesoras entusiastas que dedicando mucho tiempo y esfuerzo han logrado introducir modificaciones metodológicas y tecnológicas. Esta labor no siempre es contagiosa y la actividad solitaria del innovador acaba cansando. En este sentido, las innovaciones, la apropiación de la tecnología no puede ser responsabilidad de unos pocos profesores. Debe haber un mayor liderazgo por parte de los equipos de centro, la inclusión de la tecnología no puede ser algo que dependa de la voluntad del profesorado debería ser un objetivo a alcanzar por las escuelas como colectivo.

4.       Crear, compartir, difundir

La generación de recursos tecnológicos, de contenidos educativos en red, la difusión de prácticas innovadoras es necesaria. Un modelo docente centrado en el estudiante requiere, por parte del profesor, de una mayor variedad de materiales y, por tanto, debe trabajar en red y en la red.

5.       Formación técnica y metodológica. Cuando los ordenadores eran de difícil manejo, la mayoría del profesorado sentía la necesidad de una formación y, pocos se consideraban capaces de utilizar los ordenadores sin una preparación previa. Afortunadamente, la usabilidad es mucho más elevada pero también es engañosa. Los profesores parecen sentirse capacitados en la utilización de la red pero, probablemente, ésta es muy superficial: navegar por la información es fácil pero no suficiente. Los niños también lo hacen pero, en cambio, no tienen criterios de validación de los contenidos, métodos para la creación de nuevas información, conocimientos sobre creación de materiales, etc.