COMO MEJORAR EL USO DE
LA TECNOLOGÍA EN LOS ESTUDIANTES
En libro titulado “El ordenador
invisible” sostenía la necesidad de dejar de centrar nuestra mirada en las
máquinas para plantearnos el tipo de educación más adecuada y conseguir que
haya una verdadera apropiación de la tecnología, que los ordenadores se conviertan
en herramientas tan cotidianas como los lápices, los bolígrafos y los libros
que ocupan espacio en nuestras aulas. En el libro, se recogían algunos estudios
en los que se demostraba la poca integración real de las tecnologías en la
escuela. La escritura del libro finalizo
en 1998, o sea que han pasado seis años desde su elaboración. Durante este tiempo, los
avances tecnológicos han seguido siendo muy importantes y la incorporación y
acceso a la red se ha extendido de forma
notable. Sin embargo, son pocos los matices que se pueden agregar al
diagnostico realizado en aquel momento.
En el empeño de la necesidad de
llegar a una invisibilidad de la tecnología, en el empeño de comprender las
dificultades constantes de llegar a alcanzar esta apropiación y en la urgencia de no dejar que el sistema educativo se
distancia cada vez más de las necesidades formativas y educativas de los niños
y adolescentes actuales continuamos trabajando. Este empeño que compartimos casi todos los que desde hace años
nos dedicamos a estos temas debería difundirse y extenderse. En este trabajo
tan sólo pretendo retomar algunos temas de reflexión y análisis que permitan
pensar no sólo en cómo mejorar la educación y el uso de las tecnologías sino
también como avanzar en la difusión de las experiencias y prácticas exitosas
que puedan canalizar e impulsar nuevos esfuerzos.
El pensamiento simple de las reformas educativas
A lo largo del siglo XX, la
psicología educativa y la pedagogía han estado muy centradas en las
investigaciones sobre el aprendizaje y los modelos de enseñanza más acordes
para conseguir el aprendizaje en situaciones educativas formales. Ha sido un
siglo fructífero en estudios y perspectivas diversas. No obstante, los modelos
teóricos de fondo sobre los cuales se han desarrollado las investigaciones no
han cambiado demasiado a lo largo del tiempo. De hecho, los grandes paradigmas
sobre el aprendizaje se han mantenido a lo largo de la segunda mitad del siglo
XX y las discusiones y posturas contrapuestas han ido apareciendo en torno a
los defensores y detractores de estos diferentes enfoques (conductistas versus
cognitivos, cognitivos versus constructivistas, conductistas versus
constructivistas, etc).
Uno de los aspectos más interesantes
del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en la
educación ha sido poner en evidencia y en discusión buena parte de estas teorías
a partir del diseño de materiales basados en tecnología. El campo de la
tecnología educativa ha re-abierto muchos debates sobre las formas más
apropiadas de enseñanza y sobre cómo los
medios son un soporte para el aprendizaje. Las TICs han contribuido a
desarrollar nuevas metodologías de trabajo y también han servido para recuperar
viejas propuestas que en su momento no encontraron los medios o el contexto
social propicio en el que desarrollarse. Sin embargo, no siempre el uso de la tecnología
conduce a la innovación y la reflexión sobre el aprendizaje. De hecho, uno de
los peligros habituales tal y como señala Salomon es que “lo que es tecnológicamente
posible llega a implementarse y se convierte en deseable” (2000). Los avances de
la tecnología se incorporan en la educación sin que haya una reflexión y un
estudio sobre las repercusiones educativas de los medios. En educación, como
señala Salomón, no todo lo posible es deseable y hay que dejar que la
tecnología nos muestre qué puede ser realizado para que los educadores
determinemos qué debe aplicarse, cómo debe utilizarse y de qué forma resulta
más ventajosa para el desarrollo y el aprendizaje de la persona
Los profesores de la generación digital
Papert (1996) para ejemplificar
la lentitud de los cambios en las instituciones educativos establece la
siguiente comparación. Imaginemos que hace un siglo hubiésemos congelado a un cirujano
y a un maestro y ahora les volviéramos de nuevo a la vida. El cirujano entraría
en la sala de operaciones y no reconocería ni el lugar ni los objetos y se
sentiría totalmente incapacitado para actuar. ¿Qué pasaría con el maestro?. Seguramente
reconocería el espacio como una clase y todavía encontraría una tiza y una pizarra
con la cual empezar a enseñar.
El principal problema de los
profesores de la generación digital es que la sociedad actual ha cambiado de
forma muy rápida y el profesorado se encuentra con una situación complicada: se
han producido muy pocos cambios en cuanto a la estructura y la gestión de la
escuela mientras que la sociedad ha cambiado de forma rápida, los niños
actuales necesitan otro tipo de formación.
Los profesores se han formado con
una cultura y una visión del significado de su profesión que ha cambiado. El problema es que a la tarea de enseñar y a
los cambios, los profesores generalmente se enfrentan en solitario. El profesor
dentro de la institución escolar puede ser innovador o no según quiera o pueda.
Los profesores pueden ver de forma directa cómo
la escuela tiene que cambiar, cómo necesitan mayor formación para
afrontar los cambios pero, sin embargo, tienen poca capacidad de introducir
modificaciones a la vez que la formación depende totalmente de su voluntad.
Como señala C. Marcelo (2002), el
aislamiento de los profesores está favorecido evidentemente por la arquitectura
escolar, que organiza las escuelas en módulos estándar, así como por la distribución
del tiempo y el espacio, y la existencia de normas de independencia y
privacidad entre los profesores. El aislamiento, como norma y cultura
profesional tiene ciertas ventajas y algunos
evidentes inconvenientes para los profesores ya que aunque facilita la
creatividad individual y libera a los profesores de algunas de las dificultades
asociadas con el trabajo compartido, también les priva de la estimulación del
trabajo por los compañeros, y se deja de recibir el apoyo necesario para progresar
a lo largo de la carrera.
Educarse en la red para formar parte de la red
Los últimos estudios sobre el uso
de la red en la escuela ofrecen datos poco esperanzadores respecto a la
apropiación de la tecnología. Los estudiantes se alfabetizan digitalmente en
casa de forma mucho más masiva e importante que en la escuela. Y, lo que es más
grave, esta formación no es integrada ni utilizada por la escuela. La escuela integra, en el mejor
de los casos, la tecnología para hacer lo mismo que hacía: buscar información, realizar
ejercicios repetitivos, etc.
Sólo puede educarse en la red para
formar parte de la red, sólo puede integrarse la tecnología si cambiamos las
metodologías de aprendizaje y, por supuesto, se revisan muchos de los
contenidos del currículo.
De entre los aspectos más
problemáticos y que requieren atacar con mayor urgencia destacamos los
siguientes aspectos:
1. Los
ordenadores en las aulas, no más aulas de ordenadores. Cuándo ponemos en un
aula un mismo tipo de objetos, el único sentido que le podemos dar es que
cuándo estamos en esa aula vamos a trabajar sobre esos objetos. Un aula de ordenadores
sólo se precisa cuando el objeto de estudio es la propia tecnología. Por lo
demás, desplazar un grupo de estudiantes a un espacio en el que hay máquinas
convierte el uso de la tecnología en algo “extraordinario”, en algo “visible”. ¿Alguien
puede imaginar qué cada vez que un estudiante quiera escribir tenga que
desplazarse a un espacio especial para la escritura?.
Los ordenadores
deben estar en las aulas y formar parte de los objetos cotidianos de la
escuela. La conexión sin cables, el abaratamiento de los ordenadores portátiles
puede ayudar a esta integración.
Los ordenadores
deben entrar en las aulas pero no para formar parte del mobiliario de la mesa
del profesor que, gracias a la tecnología, pueda mostrar información de forma más
eficaz a los alumnos, los ordenadores deben entrar en las aulas para apoyar las
actividades de los estudiantes.
2. El
valor añadido de las actividades: un cambio metodológico Se puede utilizar la
tecnología para hacer las mismas actividades que siempre, es algo que se
evidencia en los estudios referenciados. Sin embargo, consideramos que el objetivo
no es usar la tecnología sino adaptar la educación a las necesidades actuales
y, por tanto, se precisa un cambio metodológico.
3. Los
cambios solitarios, cansan. La mayoría de las iniciativas innovadoras han sido
realizadas de forma muy solitaria por profesores y profesoras entusiastas que
dedicando mucho tiempo y esfuerzo han logrado introducir modificaciones
metodológicas y tecnológicas. Esta labor no siempre es contagiosa y la
actividad solitaria del innovador acaba cansando. En este sentido, las
innovaciones, la apropiación de la tecnología no puede ser responsabilidad de unos
pocos profesores. Debe haber un mayor liderazgo por parte de los equipos de
centro, la inclusión de la tecnología no puede ser algo que dependa de la
voluntad del profesorado debería ser un objetivo a alcanzar por las escuelas
como colectivo.
4. Crear,
compartir, difundir
La generación de
recursos tecnológicos, de contenidos educativos en red, la difusión de
prácticas innovadoras es necesaria. Un modelo docente centrado en el estudiante
requiere, por parte del profesor, de una mayor variedad de materiales y, por
tanto, debe trabajar en red y en la red.
5. Formación
técnica y metodológica. Cuando los ordenadores eran de difícil manejo, la
mayoría del profesorado sentía la necesidad de una formación y, pocos se consideraban
capaces de utilizar los ordenadores sin una preparación previa.
Afortunadamente, la usabilidad es mucho más elevada pero también es engañosa.
Los profesores parecen sentirse capacitados en la utilización de la red pero, probablemente,
ésta es muy superficial: navegar por la información es fácil pero no
suficiente. Los niños también lo hacen pero, en cambio, no tienen criterios de
validación de los contenidos, métodos para la creación de nuevas información, conocimientos
sobre creación de materiales, etc.